A fragilidade do ar – Ensaio Palavra-Imagem com Tamara Grosso e Charles Pétillon

Cassiana Der Haroutiounian

Para este Ensaio Palavra-Imagem, convidei a poeta argentina Tamara Grosso para escrever inspirada pelas  imagens do francês Charles Pétillon. Ela, que com cenas do cotidiano, usa a palavra de forma potente e muito delicada, publicou os livros  “Entre el blanco y el negro (2015), “Guatepeor” (Modesto Rimba, 2016), “Márgenes” (Objeto Editorial, 2016) e “Cuando todo refugio se vuelva hostil” (Santos Locos, 2019), e faz parte da antologia de poetas argentinas contemporâneas. Ele, conhecido por suas instalações em larga  escala com balões brancos que são incrivelmente bonitas. Enquanto os balões trazem um pouco do clima de infância e inocência, eles também são um tanto ameaçadores, daí o nome da própria série: Invasões. Em encenações poéticas, o artista tem o objetivo de mudar a nossa maneira de ver as coisas com as quais vivemos todos os dias sem percebê-las, de fato. Em 2015 foi convidado para realizar a obra “Heartbeat”, com mais de 100.000 balões instalados no Covent Garden, em Londres. A combinação entre os dois só podia resultar nessa lindeza abaixo. 

Heartbeat, Convent Garden, Londres

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Mais Frágil que a infância ou um balão

I

Un ideal, una infancia o un globo

se pueden pinchar
de un momento a otro.

Yo también caminé en la oscuridad
y  por cornisas demasiado cercanas al precipicio.

Fue difícil defenderme,
es más fácil construir ídolos.

Los hice de carne y hueso,

hombres y mujeres que coleccioné
y amé.
Toqué el cielo, que era más bien
un techo.
Ahora reviento, una por una
esas burbujas.

 II

Recorrer un camino en subida no garantiza
llegar a la cima.

La paciencia no es
una bendición ni una suerte,
es un comodín

con el que nacemos algunos

que queremos caminar más lejos

de lo que nos da la vista.

No es valentía,

no es épica.

Hay horizontes demasiado cortos,

demasiado parecidos la esquina

en la que la calle donde vivimos en la infancia

se cruza con una gran avenida.

III

La primera vez que crucé una calle

sin ningún adulto

estaba con una amiga

y era una avenida enorme.

Su papá nos dejó salir solas

-algo me decía que esa autorización no cuenta,

solo las madres

saben medir el peligro-.

Elegimos al azar una persona
y cruzamos al mismo tiempo que ella.

No creo que confiar más

en un extraño

que en un semáforo

sea nunca una buena decisión.

Pero en ese momento,

ninguna línea

estaba tan clara.

 IV

La distancia se parece a la oscuridad.
Fui  una joven que viajaba lejos de su casa

mintiéndole a sus padres, estrujando su miedo

para ver si encontraba

un lugar de pertenencia.

Eso hacen las plantas

cuando se tuercen hasta la deformidad

buscando el sol.

Resistir es sencillo, cambiar no.

Resistir es más sencillo a la sombra.

La seguridad que ofrece la luz

es relativamente falsa.

Atravesé oscuridades

individuales y colectivas

y en las segundas

estuve más sola.

La generosidad es más amiga del ego

que de la confianza.

Nadie me acompaña en este camino

esquivando los tallos frágiles de las plantas

que no debo romper

para no herirme.

IV

Busqué mi alma, visité templos
rusos y egipcios, y las pirámides,
y las ruinas mayas
practiqué meditación, y budismo
y la religión conservadora
de mis padres.

Recibí mi educación, confié.
No funcionó.

Fui una burbuja siempre a punto de explotar.
Y después una burbuja libre, que se aleja.